Restaurar el llinatge masculí
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Y el linaje masculino?
Al igual que el femenino, lleva roto miles de años. Durante el patriarcado, se ha ensayado la construcción de la masculinidad, no de forma muy acertada, pero sí de forma suficiente como para saber hacia “donde no ir”. De todos estos años podemos rescatar aprendizajes que nos aporten sabiduría para re-direccionar, de forma más asertiva, la construcción de lo masculino.
Eso qué comporta? pues que en la historia de nuestras familias fácilmente encontramos que lo masculino (en los hombres y en las mujeres) ha dañado lo femenino, como resultado de una búsqueda de fuerza, verdad, justícia, poder… Una búsqueda mal entendida y, por lo tanto, con resultados nefastos. Pues lo masculino sin lo femenino está incompleto, inmaduro, carente, dañado, desarmonizado. Y lo mismo ocurre con lo femenino que carece de lo masculino.
Así, en la historia de nuestras familias fácilmente encontramos a hombres que han maltratado, abusado, amenazado a sus mujeres y también a sus hijos, hombres agresivos, alcohólicos, con comportamientos destructives… O todo lo opuesto, hombres ausentes y hombres débiles, porque en sus ancestros la masculinidad había supuesto un peligro y era mejor ser débil o estar ausente (física y/o psicológicamente) que suponer un peligro para los seres queridos, no se nos vaya a descontrolar la fuerza, la agresividad, la potencia, la energía…
Cómo puede un hijos construir una masculinidad sana, construirse como hombre, cuando su padre ha sido peligroso o ha estado ausente? No puede. Se construye desde lo que “no quiere”, porque le falta una parte, su linaje masculino.
De este modo, solo sanando el linaje masculino se puede construir una masculinidad sana, armoniosa y completa. Cuando esto tiene lugar, el vínculo padre-hijo se restaura y de nuevo circula la fuerza, la energía, la potencia y, por lo tanto, el amor y la vida.
Según mi experiencia, a veces el daño es tan grande que es necesario recurrir al mundo sutil, para buscar en la dimensión transpersonal un símbolo o un arquetipo que permita sanar la masculinidad dañada y que a la vez aporte las bases para empezar a construir una masculinidad madura e integrada.
Por lo tanto, sí se puede restaurar el linaje masculino (al igual que el femenino).
Es cada vez más urgente construir una masculinidad, tanto en lo individual como en lo colectivo, que afirme, proteja, apoye, sostenga, pero que a la vez también nos deje libres para experimentar y enriquecernos desde la diversidad de experiencias e identidades (individuales y colectivas). Así amor y masculinidad no solo seran compatibles, sino que se potenciarán mútuamente.
Meritxell Masachs Serra, llicenciada en psicologia (col.7963)
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