SOLEDAD, QUIETUD Y SILENCIO
Hace poco más de 10 años, fui a realizar un retiro de 40 días en una comunidad espiritual de Brasil.
Tres de las consignas básicas eran la SOLEDAD, la QUIETUD y el SILENCIO. Esta práctica nos permitía entrar en sintonía con estados superiores, favorecía una actitud contemplativa que nos podía llevar no solo al equilibrio, sino que nos ayudaba a encontrar nuestro propósito en la vida.
Aunque éramos centenares de personas, todo el mundo estaba interiorizado, de ahí la SOLEDAD. No se permetía el uso de móviles, teléfonos y ordenadores. No había contacto con el exterior.
Aunque dedicábamos muchas horas a las tareas de la comunidad (trabajo del campo, cocina, limpieza, sanaciones…), procurábamos el máximo de QUIETUD. Quietud EXTERNA (el mínimo de movimientos con el máximo de eficiencia) y quietud INTERNA (preservar una quietud interior consciente, observando sin juicios los movimientos interiores que se dan espontániamente). La quietud en realidad es una actitud interna, un recogimiento. Y curiosamente, cuando se reduce el movimiento exterior, se incrementa el movimiento interior.
El SILENCIO se procuraba a todos los niveles. El silencio verbal era incuestionable. También cultibábamos el silencio de pensamientos y de emociones.
Cuando los seres humanos están en quietud y silencio, están armoniosos en sí mismos, no divididos, y entran en un estado donde se sienten unidos con todo lo que les rodea. En ese estado se encuentra la armonía y nos sintonizamos con otro orden de cosas.
Per mí fue toda una experiencia. Me enriqueció, me ayudó a re-conectar con mi esencia y a re-ubicarme en mi camino.
Parece que la vida, con este confinamiento y diez años después, nos propone a nivel colectivo una práctica similar. Os animo a continuar practicando la soledad, además de la quietud i el silencio a todos los niveles. Para re-conectar con nustras esencias individuales y desde ahí poder re-construir una nueva realidad colectiva.
Meritxell Maschs Serra
Licenciada en Psicología (col.7963)